En esta reflexión tenemos como objetivo hacer un aporte para dejar documentado un amplio aspecto de lo que concierne al mundo de la producción, el trabajo y comercialización en la industria del calzado. Quiero aportar mi experiencia a partir de pertenecer a este gremio desde hace mucho más de medio siglo. El calzado hace al andar, los zapatos llevan la horma del pie, te ayudan a marcar el ritmo de tus pasos y luego de unos cuantos años quizás te dan la posibilidad de dibujar algunas huellas.
No pretendemos aquí hacer base en lo que refiere al recorrido personal, sino que por el contrario invitan a reflexionar sobre una realidad que le concierne a miles de trabajadores que por distintas razones quedan expuestos a la pérdida de sus derechos laborales y condiciones de empleo, al verse en la obligación de adaptarse a normas de producción contrarias a la calidad de vida.
En la mitad del siglo pasado la Argentina se encontraba con una industria en desarrollo y la alternativa del Trabajo a Domicilio era parte de una supuesta normalidad, donde incluso se priorizaba la contratación de personal femenino. Una circunstancia no menor, que implicaba prácticas de empleo en la más absoluta informalidad, donde el hecho de contratar mujeres otorgaba de manera implícita una ventaja a aquellos empleadores que utilizaban este recurso a fin de esquivar su responsabilidad social y previsional, entre otros requisitos que describen las leyes de contrato de trabajo, que a partir de la llegada de Juan Domingo Perón al gobierno tuvo un desarrollo fenomenal.
Pero además, la cuestión de género en aquellos años tenía mucho más peso que en la actualidad. Y aclaro que ´esto no significa que esta problemática este cerrada. Hoy siguen existiendo claras diferencias que en la práctica desvalorizan el rol de lo femenino en los ámbitos laborales. Sólo estoy enmarcando una política de época donde el Trabajo a Domicilio, una clara y efectiva mecánica para terciarizar la actividad laboral y eludir obligaciones hacia el personal empleado, era también presentado como una forma de protección, ya que de esta manera las mujeres evitaban su presencia en los espacios varoniles de producción industrial, que además de estar conformadas por las conductas machistas de aquellos tiempos; decían dar un marco de mayor salubridad para las mujeres, al ambiente tóxico en el que se producía a gran escala fabril.
Nadie va a negar los cambios que se han producido en la producción de medios masivos de consumo desde la Revolución Industrial hasta nuestros días. Tampoco podemos pecar de inocentes de cuanto en este sentido también han sido funcionales los sucesivos enfrentamientos bélicos, principalmente la primera y segunda guerra mundial. Y menos aún puede dejar de señalarse el rol que han tenido las conformaciones y fracturas de los estados centrales y la delimitación de las fluctuantes fronteras en el viejo continente por ejemplo, más allá de la unificación europea (de la que hoy justamente la Gran Bretaña está tomando distancia) y el desarrollo de la principal potencia continental de Estados Unidos de América desde fines del siglo hasta nuestros días.
En ese mapa, los países que están por fuera de ese armado mundial, van adaptándose dentro de diferentes contextos. Como parte de ese escenario Sud América en general y Argentina en particular continúan discutiendo hoy que tipo de desarrollo se consensua como política de Estado, dentro del esquema de intercambio comercial mundial en el que muchos países, sobre todo de origen asiático suelen marcar el ritmo interno de las así llamadas “economías emergentes” en contra incluso de las normas que rigen oficial o extra oficialmente el intercambio de bienes y servicios en los acuerdos bilaterales.
Nuestro país en ese universo de condicionamiento foráneo, recorre de manera pendular sus políticas económicas internas, que en el plano industrial y principalmente en actividades como la del calzado y textil, suelen quedar a la intemperie de medidas que la arrastran hacia una mayoritaria informalidad, donde el recurso de la importación indiscriminada conlleva el aniquilamiento de la producción local y el cuidado del mercado interno. Con el indiscutible correlato de la ausencia de una política de crecimiento industrial que sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes, al menos desde mediados del siglo pasado hasta la actualidad.
Todos estos elementos terminaron sentando las bases de lo que es el mundo laboral argentino, donde el ejercicio de la actividad sindical ha cumplido un rol fundamental en la defensa de los derechos de obreros y empleados, conformando organizaciones de representación gremial, reconocidas como únicas en todo el continente y en gran parte del mundo, por su capacidad de acción de defensa y sostén de las conquistas de los derechos de los trabajadores y su calidad de vida.
Justamente el recurso de la Terciarización Laboral y el Trabajo a Domicilio se exhibe como una clara muestra donde sectores patronales en connivencia con la falta de acción eficiente de las distintas administraciones de gobierno, buscan eludir el cumplimiento de las leyes laborales y la protección en los ambientes de trabajo, al tiempo que escapan de sus compromisos tributarios y acceden a formas de facturación que permiten negocios paralelos a la actividad productiva.
Pero lo más grave son la condiciones en las que se terminan realizando estas tareas, donde explícitamente se pone en alto riesgo la vida de quienes realizan estas tareas en condiciones similares al ejercicio de la esclavitud. O generando movimientos de dinero ajenos a cualquier tipo de lealtad mercantil y en explicito incumplimiento de todas las normas que legislan sobre todo tipo de actividad productiva, comercial o de servicio.
Aquí daremos muestras de muchas de las malas experiencias que se ha vivido en la Argentina a partir de nunca enfrentar certeramente esta problemática en una precarización del empleo que promocionado como un mundo de trabajo moderno, en verdad aniquila los derechos de los trabajadores, al tiempo que busca desviar y socavar todo tipo de responsabilidad empresarial, lo que ha determinado una clara disminución en el ejerció de políticas preventivas y de control, generando sucesos fatales en espacio de trabajo indignos donde concretamente se han producido accidentes, enfermedades y muertes, no sólo de los propios empleados y empleadas, sino también de niños y familiares hacinados dentro de esos mismos lugares que en muchos casos eran utilizados como viviendas alternativas.
Este libro hace un recorrido histórico del mundo industrial en general, haciendo foco en las normas que rigen la producción del calzado, sin desconocer un mundo laboral que a partir de la tecnología y con la llegada de la robotización nos impone adaptarnos a los cambios de un presente en continuo movimiento. Lo que no impide bajo ningún concepto continuar con la organización de la representación de los trabajadores a través de entidades sindicales que los encuadren y contengan, al tiempo de respetar las obligaciones marcadas en las leyes laborales, en cualquier de las formas que se establezca el vínculo empleado-patrón.
Concretamente no desconocemos la variante de la terciarización de determinadas tareas de la etapa de producción, pero consideramos indefectible que se realicen respetando las normas que rigen en el mundo del trabajo, como está obligado a hacerlo cualquier empresario en toda actividad.
Nuestra intención en este sentido apunta a sumar material que certifica nuestra postura sindical, también como un aporte a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para que continúe realizando su tarea de contralor en la verificación del cumplimiento de las leyes del mundo del trabajo en el mundo entero.
Agustín Amicone
SECRETARIO GENERAL
UTICRA